El corazón de Venus / Óleo sobre tela / 170.8 x 111 cm / 2015 |
AGUA
Venus contemplando un caracol, su cuerpo desnudo está cubierto de tatuajes, la diosa a la que Botticelli le dio cuerpo regresa en la pintura de Alejandro Barrón del elemento Agua. Podríamos pedirle que hable, que nos diga de sus aventuras en la profundidad del mar, es tan real la textura de su piel que podemos sentir la humedad de su cuerpo. Tatuada ella misma es un lienzo, esos dibujos e inscripciones la hacen más pagana, el pelo azul, las uñas negras, la rebeldía del erotismo que solo tiene el cuerpo para amar. Alejandro Barrón consigue recrear el Agua desde su dimensión sensual, desde la virtud del contacto, cuando corre por nuestro cuerpo sentimos que nos ama, que nos acaricia, tal vez sea ésta la Venus que nos toca.
ALEJANDRO BARRÓN
Está tatuado como sus personajes, estudió en la ya transformada ENAP porque era bueno en el dibujo y se especializó en litografía porque su interés estaba en la obra gráfica, no en la pintura. Al principio no le interesaba el desnudo ni la figura humana. La densidad de la pintura llegó después, como una disyuntiva, y se convirtió en una compañera.
Del retrato al ser humano
Ese interés por la figura humana se da a través de los retratos. Comencé a hacer mucho retrato; de hecho, el retrato me gusta, me llama mucho la atención porque entiendes a las personas. A raíz del retrato comencé a trabajar la figura humana completa, no solamente la parte gestual, la anatomía, el interés por los valores tonales; o sea, mi obra se fue dando en un proceso largo.
El desnudo eterno
En primera, el desnudo es atemporal. Eso me llamó la atención porque ya la cuestión de las ropas implica una moda y un tiempo. Sobre todo, la figura femenina es muy diferente. Claro, el hombre y la mujer son diferentes, pero la mujer tiene algo que la hace incluso más atemporal. Así como el retrato, el cuerpo también tiene sus marcas de vida. Las cicatrices, incluso las estrías, la celulitis, los lunares, la coloración de la piel, todo es un camino recorrido.
El desnudo verdadero
A mí me interesa, para empezar, el realismo, siempre fue la parte que más me llamó la atención. Con el tiempo se fue intensificando hasta llegar al grado del detalle, pero un detalle real, no uno idealizado, como pasa actualmente con el hiperrealismo, cuadros muy bien terminados, muy bien acabados pero no son personas reales. Hasta parecen de cera.
Desnudo y belleza
Para mí, la belleza es lo natural, en la naturaleza están los detalles más bellos y hasta en las cosas pequeñas que encuentras. El canon occidental o el canon establecido por la publicidad son cánones nada más. Tal vez algunos se identificarán, pero en mi caso no; para mí eso no es belleza, la belleza es lo que está vivo. El hecho de que un cuerpo esté contrahecho no implica que no sea bello; o sea, es bello por lo que tiene, por lo que carga en sí, eso es lo que a mí me provoca una identificación. El hecho de que esté sucio o que provoque compasión, es más humano. Entonces te identificas, y claro que va a gustar incluso en lo religioso.
El elemento Agua y una Venus posmoderna en El mural del Milenio
La idea del Agua está en ese caracol. El Agua es vital y en este caso la interpreté con el mar, el mar es inmenso, es hermoso, aunque yo no sé nadar pero me gusta esa inmensidad. El ruido, el color… Es como un gigante: puede estar calmado pero al moverse, se mueve todo a su alrededor. En este caso el mar está representado por la figura de una mujer, es una Venus y le pinté los tatuajes para romper con ese clasicismo de las Venus que conocemos. Incluso hasta el siglo XIX siguen siendo muy clásicas, por eso quise que fuera actual, de mi época, no nada más por los tatuajes; incluso aunque fuera la pose clásica, la representa alguien de mi época. No puede ser de otra forma, no puedes sacarlo de otro lado, los tatuajes son el plus, la modelo los tiene, me gustan porque son azules, algunos son marinos y encajan muy bien con el proyecto. Aparte, está el detalle de Hello Kitty, que no es marino pero sí me da esa connotación de lo kitsch que en mi trabajo rompe con la solemnidad que está en muchas de mis piezas pero no es parte fundamental. Me gusta que sea un elemento que rompa. Los tatuajes son otra forma de pintura y el cuerpo es el lienzo. El reto fue dar un equilibrio que no se rompiera por tanto tatuaje o que rayara en lo solemne, sino que puedas admirarlo como un todo. La idea es que fuera una mujer joven, teniendo a la Venus como esa representación de lo erótico, de lo fértil, de la pasión amorosa, no meramente romántica. Es la atemporalidad. Puede ser un tema muy clásico, antiguo, pero encaja muy bien en nuestra época.
Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2015 |