El viaje / Témpera de huevo y óleo sobre lino / 173.5 x 132.5 cm / 2015 |
TIERRA
La Tierra de los artistas es su obra, la llevan consigo, en sus manos, en su memoria. El elemento Tierra en la pintura de Ximena Subercaseaux está pintado en el paisaje que está detrás de la maleta antigua, en un viaje se lleva a su Tierra, su casa, décadas de trabajo. Estamos en un sitio y recordamos otro, la nostalgia del lugar en donde vivimos nos acompaña, como Ulises desde la partida iniciamos el regreso. Los detalles hablan de esa añoranza, un zapato, ropa en desorden, fotografías y en el color rojo las emociones, los tallos de unas flores secas se quedan en el piso, el tránsito es efímero, no estamos de forma permanente ni en los lugares, ni en la vida, ni con las personas, nos iremos y nos deben dejar ir.
XIMENA SUBERCASEAUX
Nació en Santiago de Chile y emigró a México, como maestra ha formado generaciones de pintores en Monterrey, ahí desarrolló su pintura y estudió su propia nostalgia entre pasiones, poemas, disidencia y luchas sociales.
Pintura y concepto
La pintura parte de una pregunta por el mundo y por la existencia; o sea, la pintura no es una artesanía, no es una manualidad, ni siquiera es una técnica. Todo el arte parte de un concepto, y de conceptos abstractos, que es lo más importante. No es el pensamiento utilitario o cotidiano el que guía el arte, son las preguntas por la existencia y por el mundo. Hay pinturas que traspasan el concepto de vacío, de silencio, de soledad, de angustia, de alegría, de comunicación, de incomunicación. El arte estalla en un concepto, y en la pintura esos conceptos se tienen que traducir a un pensamiento visual. El artista traslada sus conceptos a líneas, formas, colores. Hay una anécdota muy bonita de Degas, quien una vez trató de hacer un poema. Fue donde Mallarmé y le dijo: “maestro, estuve toda la noche tratando de hacer un poema y no pude, y no sé por qué, porque tengo tantas ideas”. Mallarmé le dijo: “mi amigo, es que los poemas no se hacen con ideas, se hacen con palabras”. Entonces, hay que tener muchas ideas, pero esas ideas hay que traducirlas. En el caso de la poesía, a palabras; en el caso de la música, a sonidos; en el caso de la pintura, a líneas, a formas, desarrollar un pensamiento visual.
Pintar es más que una idea
En la pintura todo se trata del cómo, más que del qué. En todo el arte, en el cine, por ejemplo, el tema no es una película, la película la hace el cómo: la realización, la fotografía, los ritmos, el movimiento. Con una idea no haces una buena película, ni escribes un buen libro, ni un buen poema, ni pintas un buen cuadro. No basta la idea; en ningún arte basta la idea, la idea es el punto de partida.
Saber ver, saber pintar
Como maestra he luchado mucho contra la pintura que parte de la imagen fabricada. Hay una imagen de la belleza estereotipada que es introducida por la publicidad, por las revistas. Los pintores ya no observan la realidad. Los pintores antiguos decían: “pintar de la naturaleza”, y la gente ignorante cree que pintar de la naturaleza es pintar un árbol. Pintar de la naturaleza es pintar lo que ves, el mundo visual que te rodea, aunque sea una escoba, no tiene que ser un paisaje. Cuando ves, haces una síntesis visual. Si yo los veo a ustedes, hago mi propia síntesis visual, los veo por primera vez en la vida. Nadie te ha visto a ti con mis ojos, como te estoy viendo; hago mi síntesis. Pero si veo una foto tuya, estoy viendo una síntesis de la Cannon o de la Nikon. Entonces estoy viendo una síntesis que no ha sido hecha por mí, que no es mi mirada.
El elemento Tierra en El mural del Milenio
En esta obra hay el viaje, lo que se deja, que en este caso está simbolizado por el paisaje, esos son los cerros de mi vida. Pinté ese cuadro, busqué el paisaje, el cerro, luego busqué maletas que me hablaran del tiempo, del pasado. En el viaje lo que se deja es lo que se lleva. En el fondo la maleta está abierta, no se cierra; o sea, el pasado queda abierto. De alguna forma somos las experiencias que hemos vivido y viajamos con ellas. El paño que hay detrás también simboliza que no todo es mostrable, no todo es exhibible, hay una cierta ocultación. Hablo como pintora: hay una parte privada del ser con el que yo quisiera morirme e irme. Hay partes del pasado. Está la sensualidad de la vida, que a mí me parece fundamental, en el zapato, en el color rojo, el amor, el espejo, el reflejo que forma parte de mi pintura: son elementos simbólicos. Quiero agregar que de México no me voy ni me iré; es imposible. México es mi hogar, México no es dejable, por múltiples razones que no vamos a hablar ahora. México me ha dado mi propia pintura, que no es poco.
Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2015 |