sábado, 19 de diciembre de 2015

José Fors

Fuego / Óleo y acrílico sobre tela / 171.5 x 121.5 cm / 2015

FUEGO

Heráclito llamaba a la vida “un Fuego siempre vivo”, en esta pintura de José Fors el Fuego envuelve a una mujer, ella misma es Fuego. La creación, la imaginación, el avanzar incontenible del Arte es un Fuego vivo, es una llama que no se apaga y que consume lo banal, lo olvidable. El Fuego de José Fors es la fuerza del espíritu que nos permite seguir vivos, esa adicción a inventar algo que le dé otro sentido a nuestra existencia. El rostro renacentista está marcado con el ondulante calor de las flamas que fluyen. Es inagotable, eterna, la marea de pinceladas que impregnan el cromatismo que nos describe una temperatura y en la mirada de ella el placer de alimentar su vida con esa fuerza.



JOSÉ FORS

Lleva tatuado el nombre de Miguel Ángel, estudió el dibujo renacentista en Miami, Florida, en el taller del maestro Roberto Martínez. Vocalista y compositor del grupo de rock La Cuca, la música y las artes plásticas colman su vida creativa, tiene seguidores en una y otra, y sin embargo su obra pictórica nos describe su verdadera dimensión artística.










La voz de la realidad profunda

Desde muy pequeño me ha atraído el drama de la vida, esa búsqueda de la realidad. Creo que el camino más directo para conocernos está en el lado oscuro, el lado donde no nos sentimos tan cómodos, en esas puertas que mantenemos cerradas, en lo que no conocemos realmente de nosotros mismos, y no entramos ahí porque nuestra religión no lo permite, o por miedos personales, o porque fuimos educados de cierta manera. Para mí ha sido doloroso, pero muy gratificante, pasar una vida buscando eso. En la figura humana busco esos rasgos característicos de cada persona y esas líneas que va dejando el tiempo, que siempre se me han hecho hermosísimas, y que ahora todo mundo quiere borrar. No tengo la menor idea de qué pasa una vez que suelto la obra. En la medida en que cada quien llega a ver una obra, así le va a afectar. La gente que vive con muchos prejuicios, armaduras y mucha gafa para el sol, no va a ver los cuadros, y hay gente que realmente se desnuda enfrente del cuadro. Entonces, ahí está toda la gama de cómo se puede percibir una obra.

La voz silenciosa

Son muy diferentes pero se complementan. He relacionado la música con mi vida social y la pintura ha sido lo más íntimo. Son dos idiomas totalmente diferentes. A mí la palabra siempre me ha costado mucho trabajo, hablar de lo que hago. En cuanto hago la letra de alguna canción siento que me meto en camisa de once varas. Y el trabajo plástico es un idioma en sí, o sea, por más que hablemos y hablemos de la plástica, llegaremos a ver un poco pero es un idioma silencioso.

La voz del trabajo

Rara vez boceteo, pero hay veces que tengo la necesidad, como cuando estoy en una búsqueda muy concreta en cuanto a cuestiones de movimiento o composición. Muchos de esos movimientos y composiciones pueden darse dentro de un cachete, no necesariamente tienen que ser cincuenta elementos en un cuadro. Al bocetear siento que pierdo y que debería ir directamente sobre la tela. Creo que las mejores piezas son las que ataco directamente en la tela, directo al papel, a la placa. No “choreo” sobre lo que voy a hacer, siento que en la plática se diluye mucho de lo que puedo poner en el papel. Mi maestro me dijo una vez que le estaba platicando algo que iba a hacer: “no platiques, muéstramelo en papel”. Pero también necesito tomarme mis épocas para estudiar y ser un poquito más clínico y que me queden más claras las cosas porque soy de lento aprendizaje.

El elemento Fuego, abstracto y renacentista, en El mural del Milenio

El Fuego es algo muy abstracto, volátil, nunca se está quieto. Lo que quise hacer fue tomar el movimiento del Fuego, integrarlo dentro de los movimientos de la musculatura, del rostro, del mismo gesto y tratar de convertir las dos cosas en una sola. Por eso también quise dejar el título Fuego, nada más. No es personaje y Fuego, es el Fuego de la persona, es el Fuego interior, que quema, convirtiéndose en una sola llama. También es la búsqueda por la armonía. Finalmente pinto para ver si algún día llego a dibujar como Miguel Ángel, y que me ponga una estrellita en la frente. Creo que una mano tan real como la de Miguel Ángel jamás va a volver a existir, pero ésa es mi meta, llegar a esa esencia que emana Miguel Ángel y que deja ahí esa verdad. A eso me gustaría llegar algún día. No es copiarle el trazo, es llegar a esa honestidad con la que se siente el trazo de él.

Periódico intervenido / Acrílico y acrilato sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2015

sábado, 12 de diciembre de 2015

Rodrigo Cruz

Letéo y Eunoé / Acrílico y polvo de mármol sobre tabla / 170 x 120 cm / 2015

AGUA

En la Divina Comedia, ese viaje introspectivo y moral de Dante Alighieri, narra que en su tránsito entre el Purgatorio, es decir la limpieza de la culpa, y el Paraíso o tal vez el perdón, es invitado por Matilde a beber del Agua del río del Leteo, que otorga el olvido y luego a beber del río de Eunoe, que da el conocimiento. Rodrigo Cruz pinta el elemento Agua en esta catarsis de la existencia, olvidar el pasado, dejar los errores y conservar lo que sabemos. El espíritu de Matilde ofrece su cuerpo para beber las dos Aguas en una fuente, ella contiene los dos ríos. La profundidad, la pared, los murales, todo es un engaño, la pintura nos somete a una prueba como a Dante en su viaje por su insondable alma.




RODRIGO CRUZ

Conduce y dirige una serie de videos llamada El aprendiz de arte en la que desarrolla sus ideas estéticas. Escucha a Bach, se inspira en Leonardo y Miguel Ángel, para crear un lenguaje personal y de alguna forma como un reto consigo mismo: alcanzar los mitos.











El arte como inspiración

Es una fortuna que al no tener una escuela fija sea autodidacta. Al no tener un solo proveedor de conocimientos en materia de técnica, tampoco la tengo en materia temática. Voy siendo un poco iconoclasta, voy agarrando temas de acá, técnicas de allá, voy armando un todo conceptual y material. En un inicio esto era un, digamos, un desastre porque lo mismo veía una cosa que otras muy disímbolas y con el tiempo eso mismo fue formando el cuerpo de mi trabajo. Últimamente voy conjuntando esa dirección humanista del Renacimiento. Hago pintura pero tomo elementos de otras disciplinas o temas de varias fuentes; es una hipertextualidad de temas de otros artistas. En mi obra hay un cierto manierismo al inspirarme en ellos y, a pesar de que estoy inspirado, en varias partes tiene un lenguaje muy propio.

El cuerpo como inspiración

Navego entre dos mundos: el mundo del caos y el del orden. El del orden tiene que ver con el cuerpo porque es una manera de llegar a algo concreto, no preciosista, no decir que es bello por el cuerpo sino que el cuerpo requiere conocimiento de anatomía, además de que me encanta estéticamente porque es una maquinaria perfecta. Antes de ser pintor quise estudiar medicina, me encanta la anatomía y éste es el elemento más presente. Sin embargo, no nada más me voy a esa parte rigurosa de la exactitud que implica la anatomía: la combino con las cosas que no son precisas, con el desorden, porque si no se ve algo muy estático, sin dinámica. Voy metiendo esas otras cosas que me permite la libertad de una no escuela, que es experimentar con texturas, salirme de los rigores teóricos de lo que es el dibujo, la pintura. ¿Por qué tiene que ser esto dibujo nada más? A lo mejor el dibujo puede ser esta mancha o la pintura puede ser con este material. El cuerpo y las técnicas son navegar en esos dos mundos, entre caos y orden.

Trascender el engaño

El ilusionismo me gusta. Es gratificante ver cómo el público se va con el engaño que uno mismo creó porque dices: “logré engañarte y te fuiste con la idea de que ésa era la función principal”. Picasso fue muy figurativo hasta que dijo “ya me cansé” y rompió. En este caso, puede fascinar lo real, esa ilusión, pero también hay una parte en donde dices ya basta de efectos visuales, ya basta de ser un ilusionista, ¿qué más puede aportar esa obra? Puede seguir siendo figurativa, puede seguir siendo hiperrealista pero puede tener una carga mucho más trascendental que tiene que ver con una composición o con el manejo de las luces o con el tema o con los símbolos o con la técnica.

El elemento Agua en El Mural del Milenio

Tiene un código muy especial y lo que hice fue una interpretación muy personal. En la Divina Comedia, al cruzar el Purgatorio y pasar al Paraíso Terrenal, Dante tiene que beber el Agua de dos ríos, el agua del Leteo y el Agua del Eunoe. Una otorga el olvido y la otra otorga la memoria. Son las dos fuentes de la pintura. Bajo este parámetro quise simbolizar varias cosas. El elemento dual es un solo elemento que significa el olvido y la memoria. ¿Por qué lo da únicamente el Agua, por qué no la leche o la sangre? Quiere decir que el Agua es un ejercicio psíquico. Cuando Dante cruzó el Purgatorio vio los pecados en los demás pero hubo un momento en el que vio sus pecados. Es un acto de contrición, de arrepentimiento. Está agobiado y se le acerca una chica que se llama Matilde y le dice: “tómate esta Agua para olvidar”. Después toma el Agua del Eunoe para recordar. Es decir, lo que pasó ya pasó, ya me arrepentí, los hechos ya sucedieron, ya no hay cómo cambiarlos, ni aunque te arrepientas de mil maneras. Eso significa el olvido; no es un olvido de amnesia sino es un olvido que ya pasó y la memoria es recordar que de eso hay algo provechoso. Conozco el bien no porque desconozca que existe el mal, sino porque conozco lo que es el bien y lo que es el mal.

Periódico intervenido / Acrílico y carbón sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2015

sábado, 5 de diciembre de 2015

Gerardo Monsiváis

Aire / Acrílico sobre tela / 171.5 x 121 cm / 2015

AIRE

La civilización, la aglomeración de casas, personas, coches, ruido, nos está asfixiando. El elemento Aire de Gerardo Monsiváis es un doble juego, por un lado lo extrañamos, sentimos su ausencia por la saturación invasiva en un cerro y el contraste en ese ángulo en el que despunta el cielo. Por otro lado, si observamos podemos notar que no hay seres humanos, esa inmensa colonia de casas está abandonada, y así el Aire regresa en ese vacío. El Aire circula entre las casas deshabitadas, sopla con su silencio, es un espíritu que juega entre esa maraña de concreto. El Aire ocupa el espacio que deja la ausencia de personas, es un habitante ligero, libre, indispensable.



GERARDO MONSIVÁIS

La rápida evolución urbana del estado de Nuevo León, en donde nació y vive, han influido en su obra con paisajes sin seres humanos o estudios de los animales como víctimas de este proceso. Su mirada pictórica tiene un toque de humor negro y desolación, pero sobre todo de sinceridad.











El oficio de pintar

Puede ser un poco redundante pero creo que el oficio es dedicarse, primeramente, con mucha seriedad, con pasión, con mucha entrega porque no se puede ser un pintor a medias, o un ilustrador, o un dibujante. Hay que meterse muy, muy a fondo; hay que ver pintura, hay que practicarla bastante. Cuando es pintura se trata de crear a base de pigmentos, de manchas, de formas, de colores; crear los universos como uno está interesado en presentarlos al público y a uno mismo, porque uno mismo es quien está interesado en entender su propia existencia, quizás a través del trabajo. Como uno tampoco es absolutamente único en el mundo, habrá gente que se identifique. El público viene a ser importante pero es como la segunda parte. Uno es el que sabe lo que quiere hacer. Hay que tomarlo muy en serio como profesión pero mi forma de expresar también involucra el sentido del humor. A la vez, no me tomo tan en serio. Puedo crear de manera libre, puedo transitar entre una disciplina y otra; tampoco trato de abarcar demasiado porque aprieto poco. Creo que mis vertientes importantes son la pintura, el dibujo y la música. De alguna manera he podido llevarlas por casi veinte años.

Paisajes sin humanos

La misma experiencia de ser muy fijado en mi entorno, cuando voy caminando, cuando voy transitando por ahí. Siempre me estoy fijando en las cosas, y las cosas que me llaman la atención tienen generalmente implícito un sentido del humor. Encuentro contradicciones, malas bromas. Me refiero por ejemplo a las cosas que se empiezan a construir y se abandonan. En mi pintura retomo las imágenes de monumentos abandonados, de casas que fueron alguna vez sueños y que quedaron truncos, que a la vez reflejan una condición social, política, ecológica. Mi intención no es tan seria, no voy con la bandera de denuncia. Sin embargo, en el momento de fijarme de una manera sincera en mi entorno, creo que las cosas se reflejan, el estatus se refleja y uno está ligadísimo a eso. No se puede ser artista y estar despegado de la realidad; el arte no puede ser un escape de la realidad. El arte remite siempre a una realidad. No hay escapatoria de la referencia de la realidad, de lo que se vive como individuo o como comunidad.

Libertad y arte

El arte te permite transitar. Nada te detiene o no hay juicios que te detengan para poder pasar de una cosa a otra. También pienso que uno como artista adopta una especie de personalidad múltiple, como si fuera un poco psicótico, porque a veces tengo que adoptar un carácter o un personaje serio o un personaje observador o un personaje burlón o un personaje ácido. Creo que hay que adoptar personalidades diferentes para crear. Cualquier época de la historia, cualquier movimiento, jamás niega la libertad; es una de las constantes absolutas.

El elemento Aire y El mural del Milenio

Lo que yo pensaba al hacer esta pintura es que está el Aire si imaginamos que cada casa está vacía. No hay humanos, no hay rastro, parece abandonada, un cáncer o un virus. Queda un fragmento de Aire, quizás un poco de esperanza. Es un recordatorio de que hay algo detrás, que hay un último plano. Está el Aire del espacio y de cada casa que es como una colmena: es un cubículo, son celdas. Y también hay una ausencia de Aire en el sentido del espacio vital, de individualidad, de oportunidades, de crecer, de respiración. Quise irme por el lado contrario, mostrar la ausencia o el compromiso del Aire.

Periódico intervenido / Acrílico sobre papel (Diario Extra) /  41 x 28 cm / 2015