sábado, 26 de septiembre de 2015

Óscar Gutman

Tierra / Encáustica, barro y madera sobre tela / 170 x 120 cm / 2015

TIERRA

El Barro es Tierra, es rugosidad, es pigmento. Oscar Gutman ha investigado al paisaje desde sus tonalidades y texturas, en esta obra la Tierra son curvas que se rompen con ángulos, islas pintadas con barro atravesadas con el azul del Agua subterránea. El color rojo es temperatura interna, el calor que la Tierra contiene, la armonía de la composición manifiesta el equilibrio natural en el que conviven los elementos. Las piezas de madera, que es fruto de la Tierra, crean un relieve que contrasta y suaviza los colores. La Tierra de Oscar Gutman es un elemento estético que no necesita narración, su belleza es suficiente para estar en la obra.



OSCAR GUTMAN

Estudió Letras Inglesas, música, poesía y artes plásticas, que reunidas configuran su lenguaje pictórico. Lleva su estética a elementos escultóricos y de uso cotidiano, busca que el objeto artístico salga más allá de los formatos establecidos.












El lenguaje y el espectador

De alguna manera nunca dejé la figuración del todo; siempre aparece en mi pintura algún tipo de referencia a formas que pueden ser personajes, a cosas que pueden ser reconocibles. Mi intención fundamental es hacer este juego ambiguo de que el espectador pudiera estar abierto al lenguaje que estoy proponiendo, que pudiera tener diversas interpretaciones. Obviamente, hay una referencia muy clara a la música y la poesía; la música en el sentido del ritmo, de cómo estructurar un cuadro. Tengo muy presente que estoy trabajando, que la composición es muy importante. El color es una forma emocional de comunicarme. He practicado disciplinas contrarias, que podrían ser la configuración y la abstracción. Tiendo a una disciplina dentro de la figuración. De hecho, podría decir que soy figurativo de clóset.

Lecciones griegas

Una de mis influencias más importantes para entenderme y entender mi trabajo fue copiar a los griegos. Los relieves griegos me parecen un ejercicio muy interesante de hacer porque el relieve es una cosa intermedia entre la escultura y la pintura. Me di cuenta de que los griegos le dan tanta importancia al espacio como a la forma; el espacio es tan elegante, tan importante y tan balanceado como la forma. El principio de equilibrio entre la forma y el espacio es como me gusta trabajar.

Proceso y creación

El proceso empieza con una atmósfera, que puede ser algún color general en el cuadro. Practico lo que los críticos gringos llamaban el all over painting, es decir: trabajar todo a la vez, a diferencia de la manera clásica de hacer la composición y parte por parte, sino todo a la vez. A partir de la atmósfera empiezo a estructurar con las manchas, trabajo mucho sobre el accidente controlado, establezco una estructura o una arquitectura del espacio, pero siempre muy consciente de la forma y el espacio. Es una búsqueda de balance que relaciono con la música o inclusive con la estructura literaria de la poesía en donde también hay una métrica.

Estética y placer

Tengo un interés global por el arte. Me fascina experimentar con cosas nuevas. He trabajado cerámica, vitrales, arte objeto, arte utilitario, sillas, cosas para exteriores, volúmenes. La intención es la misma, el equilibrio y la estética, porque debo decir que tengo una búsqueda del placer. Soy una persona hedonista, me gustan las cosas buenas y en el arte me siento más identificado con el arte estético que con el arte feo, ese que se está proponiendo como la modernidad, más violento. No es que no haya trabajado en cosas violentas, pero no es lo mío, mi espíritu va más hacia cosas agradables para darle a la gente.

La pintura, más grande que lo real

Creo que la fotografía nos liberó a los pintores de copiar la realidad como tal. La pintura tiene un lenguaje propio muy extenso en donde podemos establecer situaciones sin necesidad de hacer cosas que la gente reconozca completamente. Me gusta que la propuesta de mi trabajo quede abierta para que sea interpretada de muchas maneras.

La Tierra en El mural del Milenio

He trabajado durante muchos años la técnica de la encáustica, que es pintura a la cera. Se aplica con espátula básicamente, y se trabaja con soplete. En este caso, para la participación de la Tierra estoy aumentando dos elementos muy terrestres. Uno es la cerámica o el barro, estoy pintado con barro directamente. Apliqué madera, que también es un elemento vegetal, terrestre. Me basé en un boceto, que es realmente un collage en donde estoy estableciendo un fondo de barro y a partir de ahí uso simplemente otros dos o tres colores que están complementando. Intenté hacer un trabajo muy gráfico pero a la vez con movimiento y muy sintético. Me interesó mucho esta fuerza de los colores, pero decidí que quería unos colores chocantes que contrastaran con la Tierra.


Periódico intervenido / Acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2015

sábado, 19 de septiembre de 2015

Noé Katz

Aqua / Óleo sobre tela / 170 x 120 cm / 2015

AGUA

Somos Agua, dentro de nosotros está ese elemento que nos permite vivir. El Agua transparente, contenida en el planeta es indispensable y sin embargo no merece nuestro cuidado. Noé Katz pinta el elemento Agua, es una metáfora que advierte que somos seres de Agua y el futuro es para el Agua o no será. Las siluetas no tienen rostros, no tienen sexo, son la pureza del elemento, son alma y cuerpo de Agua. La secuencia de azules en movimiento incorpora el todo, es un cuerpo acuático, autónomo, vital. La obra de Katz consigue un rompimiento con su propia figuración y se hace más esencial, más pura como el Agua.





Noé Katz

Nació en la Ciudad de México y ha vivido en distintos países buscando foros y visiones para su pintura. Realizó las puertas del Modern Art Museum Tokoro, en Omishima, Japón, una pieza de gran formato titulada Kissing Doors, con el sentido lúdico y el color que caracterizan su obra.










Buscando libertad

Me dediqué mucho tiempo a la música, aprendí a tocar la guitarra. Me encantaba la música, me dediqué profesionalmente y muy joven vivía de eso. De repente vi que no era mi camino y mis manos se empezaron a mover hacia otra dirección, hacia pintar. Me acuerdo el día en que me decidí a pintar. Estaba oyendo a Jimi Hendrix. Oía mucho a Janis Joplin y Jimi Hendrix, y me inspiraron muchísimo. Vi unas obras de Picasso y dije: “qué libertad de pintar así, tan fácil, tan libre”. Y dije: “quiero sentir esa libertad de hacer algo y que no tenga que estar enfrente de un público, con una guitarra y tratando de justificarme, hacer algo para dentro, en tu propio taller”. No entendía bien qué era ser pintor, no sabía ni qué era un taller. Empecé a dibujar, a estudiar, a leer sobre todos los movimientos y a ver arte. Empecé a recrear un mundo que ya pasó, que está en los museos pero que te pertenece, aunque sea el Renacimiento, aunque sea Filippo Lippi o Caravaggio. Aunque haya sido en otro siglo, sientes que te pertenece porque somos parte de este planeta.

Ver desde la pintura

Si te metes a la perspectiva y a describir, te vuelves mucho más obvio y la pintura ya no es tan pasional. Entonces, estás describiendo una escena, la ciudad o el campo, flores o lo que sea. Pero si lo pones de una forma que no existe, que ni siquiera lo podrías llamar surrealista o metafísico o una combinación, estás sintetizando nada más la idea y el espectador es el que va a decidir con qué se queda, viendo el símbolo, viendo la idea.

Gozar la pintura

Todo está basado en un perfil, en la línea. A mí no me interesa alejarme de la figura porque es muy reconocible. Lo que se ha hecho en la abstracción ya está demasiado hecho. Un tiempo hice abstracción y me empecé a repetir tanto que la dejé. Además, no me reía de mí mismo porque el chiste también es gozar tu cuadro y hasta reírte de lo que estás haciendo: lograr bien la síntesis, que no se vuelva barroca y que no tenga demasiados elementos. Es un peligro porque tienes que saber diseñar bien, definir lo que quieres y hacer bocetos. Nunca he tratado de resolver con la computadora el tono, el color. En este cuadro pensé usar la computadora porque no lograba sacar el personaje y el fondo, pero que a la vez no saliera tanto sino que se incorporara, que hubiera una fusión del color. Lo hice a través de mi imaginación, y eso funciona muy bien pero es más tardado, porque si te equivocas, tienes que volver a empezar y hay una gran variedad de colores. El chiste de ser artista está en la imaginación y en la fuerza creativa para entenderlo. Cuando estás enfrente de un color tienes que sentirlo, es una meditación. Medito mucho viendo, he aprendido a ver qué combina y qué no combina. A mí no me importa si un libro de teoría del color dice que estos dos colores no funcionan juntos; si para mí funcionan, a mí no me importa.

El elemento Agua en El Mural del Milenio

Estaba muy interesado en esta forma de olas, y este proyecto me sirvió mucho para salirme de la obviedad de nada más pintar personajes. No quiero meter únicamente la abstracción de pintar una ola, la fluidez y el color, sino insertar un posicionamiento de un personaje o sintetizarlo en una idea, que no es fácil, porque lo más fácil hubiera sido dejarlo abstracto y ya. No los quise poner de una forma, con cara, con rostro, y decidí ponerlos así, para que haya una fluidez con el fondo y que ellos también fluyan. Son los personajes Agua, Aqua. Reconoces que es un ser; a lo mejor así son los extraterrestres. Son seres acuáticos más evolucionados que nosotros, que ahora estamos destruyendo todo. Creo que la labor de la juventud es sacar al planeta adelante y crear conciencia. Esa es la parte más importante, y que el arte mismo lo cree, que es muy complicado, porque al arte lo ven nada más como una forma de goce, de placer. El Agua es la mayor alegría que puede tener el ser humano porque ahí está todo, es la esencia. Sin Agua, te mueres.

Periódico intervenido / Plumón y acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2015

sábado, 12 de septiembre de 2015

Jazzamoart

Saxofonista en llamas / Óleo sobre tela / 170 x 130 cm / 2015

FUEGO

Un saxofonista en llamas se eleva como una flama hacia un firmamento incendiado. Jazzamoart tiene el elemento Fuego en la música, el ritmo y la composición clásica de José Clemente Orozco. La infinita improvisación de la partitura de sus pinceladas hace vibrar a la pintura y no se detienen, no tienen un punto de partida o un final. Esta pincelada es uno de los sellos inconfundibles de la obra de Jazzamoart, es una inmersión profunda, que continúa en la seducción del color. El saxofonista se va a consumir tocando así como el pintor se consume en su obra, ese Fuego es el ímpetu de la creación. Un Fuego que se autoalimenta, que se hace fuerte con el ritmo, inextinguible como la música.





JAZZAMOART

Reunió su obra en un libro con los elementos más determinantes que nos describen su trayectoria, paisajes, influencias, homenajes, variaciones, animales, el ejercicio urgente de pintar. La presencia del jazz es la filosofía del movimiento en su trazo.










Continuar el cuadro eterno

Pintar es un espejo en el tiempo, en la historia, las pasiones, las coincidencias y las imaginaciones que tengo cuando estoy en algún museo enfrente de un cuadro equis de Rembrandt o de Goya. Me pongo a pensar cómo lo pinto y casi por la técnica o por la manera de conocer el oficio sabes hasta los gestos y los movimientos que hizo, la coreografía de la brocha o del pincel sobre la tela. Me apropio de esto, porque justamente cuando sientes y te inunda, te emociona la pintura de otro, lo siento como si lo hubiera pintado yo, y luego ya en el taller pintas a la manera de, pero con tus convicciones y tu propio discurso. Es un ensayo eterno, un estudio eterno de todos los pintores, no solo los clásicos renacentistas, de todos los grandes maestros anteriores a nuestras generaciones y que siempre seguirán siendo maestros inspiradores, motivadores y sobre todo un gran pretexto para seguir jugando con lo que ellos descubrieron y nosotros redescubrimos.

Hablar con los mitos

Hablo con los fantasmas, es la convivencia de verlos primero en los libros y luego ver su obra en vivo. Cuando estoy visitando a cualquiera de estos artistas, después de estar en el museo llego al cuarto de hotel y me pongo a pintar y a dibujar. Es una urgencia, como si me acabaran de dar mi paquete de droga y ahí voy corriendo a disfrutarlo, a consumirlo antes de que se me vayan todas las ideas que se me ocurren en esa convivencia. Es como si los conocieras, como si te encontraras con viejos amigos, con colegas, con tus maestros. Invento diálogos, de repente me imagino que llegan Goya, Velázquez, o Picasso, todos los admirados, y se plantan en mi taller y platicamos de cómo le estoy dando en la madre a su trabajo, o nutriéndome, o invento cosas que hasta son muy atrevidas pero que son ciertas. ¿Qué pasaría si llegara Rembrandt y viera lo que hago basado en su claroscuro y en sus cuadros? A lo mejor diría: “así quería pintar”. Eso suena muy osado para mí, mejor va a decir: “pinche Jazzamoart, ya se te subió”.

Terminar la variación

El engolosinamiento te lleva a seguir embarrando y metiendo, algunas veces te pasas, y otras te falta. Terminas un cuadro cuando lo firmas y dices: “bueno, ya, hasta aquí”. A lo mejor haces alguna corrección, pero hay cuadros que están logrados en su justo momento, igual que una improvisación de jazz que lo dice todo en esos diez minutos de desarrollo de un tema y ahí se acaba. Es difícil de medirlo, es la emoción, las ganas, o el momento, la gasolina que traes para pintar lo que te mueve. Las salpicadas, las chorreadas y los brochazos aparentemente de gran libertad, también son de gran rigor y de gran ejercicio de la brocha durante muchos años. Como digo, las horas brocha son las que te dan que puedas pintar. Un oficio es trabajar y trabajar hasta que lo dominas. Mi trabajo es una misma obra de pintura y de música que toco toda la vida hasta que me lleve el carajo. Empecé en los años setenta, cuando nació Jazzamoart hijo y a partir de ahí he pintado la música por fuera, por dentro, la anécdota, y ha habido una evolución de cómo congelar ese sonido.

El elemento Fuego en El mural del Milenio

En esta pintura traje ese escorzo y ese gran personaje de El hombre en llamas de Orozco. Es extraordinario ver cómo rompe la cúpula del Hospicio Cabañas y se va a viajar. En lugar de El hombre en llamas es un saxofonista prendido, es un Charlie Parker en llamas que se va al infinito con todas sus drogas, sus mujeres, sus pasiones, pero ante todo con su genio creativo. Lo congelo en pintura y lo enciendo de otra manera; es la cuestión incendiaria de la pintura. Más allá del discurso ideológico y de lo que significa ser incendiario, es literalmente incendiar el color, incendiar la pintura, embarrarla con Fuego, con pasión, y sentir que prendes la obra, que te prendes tú y que espero que prenda al espectador que lo ve.

Periódico intervenido / Acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2015

domingo, 6 de septiembre de 2015

Francisco Icaza, In Memoriam


Compartimos imágenes de la obra del maestro Francisco Icaza, quien forma parte de nuestro proyecto La Poesía vista por el Arte.

sábado, 5 de septiembre de 2015

NOTICIAS MEXICANAS: El arte y la poesía se hermanan en el Museo de El Carmen


En las palabras de la directora general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), María Teresa Franco, se refleja parte de la trascendencia de la exposición La poesía vista por el arte: "Es un proyecto sin precedentes aun a nivel internacional: nunca antes un corporativo de información y comunicación había puesto al servicio del arte todas sus plataformas como apoyo a los artistas para mostrar sus obras ante el público masivo".

Palabras que, de alguna manera, encontraron respuesta en el discurso del director general de Grupo MILENIO, Francisco González Albuerne, cuando reconoció la importancia de la cultura en una época tan compleja y difícil, porque contribuye a darnos una visión crítica de la realidad, a la vez que nos devuelve la esperanza de un mejor futuro para todos...

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SINALOA HOY: Inauguran la exposición La Poesía vista por el Arte


México, D.F.- Definida como una muestra que apuesta por ser una plataforma de divulgación de la visión de pintores contemporáneos a través de la interpretación de la obra escrita  de grandes iconos de la cultura mexicana, la muestra La poesía vista por el arte fue inaugurada la noche del viernes 4 de septiembre en el Museo del Carmen.

El presidente del Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa, estuvo presente en la ceremonia de apertura donde afirmó que esta exposición es una oportunidad para apreciar cómo 34 artistas mexicanos toman como referencia y se inspiran en el legado de nuestros grandes autores para poder expresar en el lenguaje plástico lo que es la palabra, algo que ya ha tenido antecedentes, como lo muestra el Renacimiento, cuando se vuelve a la poesía pintura y a la pintura poesía testimoniada...

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REVISTA QUIÉN: Mancera y Rafael Tovar y de Teresa inauguran `La Poesia Vista por el Arte´

La Revista Quién estuvo presente en la inauguración de nuestra exhibición La Poesía vista por el Arte en el Museo de El Carmen. Compartimos algunas de las imágenes captadas durante el evento:





Puedes ver todas las fotografías AQUÍ.

Antonio Luquín

El invierno de los farones / Óleo sobre tela /  172 x 132 cm / 2015

AIRE

Un paisaje nevado en la desolación de un final incierto, hemos llegado al punto del vacío y no sabemos ni en dónde ni cuándo. Antonio Luquín pinta el elemento Aire en las ruinas de la civilización, en primer plano hay una contradicción, una rebelión del destino, unos frutos rojos penden de una rama seca. En una situación extrema, en la absoluta decadencia algo surge como un estallido, la vida no está sujeta a nuestras pasiones, ella como el Aire es inasible y omnipresente. El Aire de Luquín invade, se apodera, gobierna con su trasparencia, es un habitante de un paisaje inventado, de una ficción que existe sólo en la pintura.





ANTONIO LUQUÍN

Es autodidacta, trabajaba en el archivo iconográfico mexicano del siglo XX del INBA. La observación constante de las obras lo motivó a pintar. Hasta que se atrevió a dar el salto, renunció el 30 de abril de 1990 y el 1° de mayo de ese año, a las 9 AM, comenzó a trabajar para su obra, para él mismo.










Paisaje, ficción y nostalgia

Muchos años antes de empezar a trabajar de una manera sistemática como pintor, ya privilegiaba imágenes cuando tomaba fotografías. Es decir, estaba en los suburbios de la Ciudad de México y señalaba ciertos lugares. Hay una foto que he usado muchas veces que es del antiguo Hotel de México visto desde el hoyo de una pared, ahí donde pasaba el tren, del otro lado del Periférico. Esas eran las imágenes que iba rescatando. Tengo un archivo de fotografías vitales. Sé dónde está esa pared, sé dónde está aquel edificio, sé donde está aquel árbol. Lo que hago es recoger las imágenes, es un mosaico, un rompecabezas. Desde que estaba estudiando Historia del Arte me interesaron los trabajos de los románticos; por ejemplo, el cuadro La isla de los muertos de Arnold Böcklin o La abadía en el robledal de Caspar Friedrich. Son autores a los que soy afín, siguen la poética de las ruinas. El cuerpo de mi obra es lo que queda de una época: el último día de la creación o el último día de la civilización es el que me interesa… incluso escenografías de películas como Mad Max o Blade Runner.

Cementerios de la civilización

La modernidad es un producto con fecha de caducidad. El progreso, la ciencia, los últimos adelantos se vuelven detritus en muy poco tiempo y eso es parte de la nostalgia, el rastro de la civilización. Me emociona mucho visitar la zona 33 del aeropuerto. Es un cementerio de aviones donde tienen abandonados aviones que volaban hace diez o quince años y ahora son basura. También podemos sentir todo el ambiente. No todos hemos viajado en avión pero estos orgullos de la ciencia se vuelven un chicle en el suelo. Tenemos cementerios de computadoras. En realidad, son muy pocas las cosas que duran, solo las pequeñas y antiguas, como el piano que está aquí. Creo que el paisaje es un retrato espiritual de quien lo pinta, yo siempre estuve interesado en el paisaje. Por supuesto, todo esto es desde José María Velasco, que es el paisaje El Valle de México en el siglo XIX. Después vienen los paisajes ideológicos de Rivera o paisajes asfixiados de O`Gorman, llenos de personajes y de lecciones que tenemos que aprender. Todo eso me interesaba, pero no era la síntesis de todo aquello, tenía que encontrarme a mí mismo, a mi paisaje.

El elemento Aire en El mural del Milenio

Están los cuatro helicópteros del Apocalipsis. El Aire es esa atmósfera apenas abatida por las aspas de los helicópteros y el viento es producto de las hélices. No es raro que aparezcan cúpulas de iglesia en mis obras, edificios que con todo el orgullo de la arquitectura ya parecen ruinas o cosas semiconstruidas o abandonadas en el acto de ser elegidas. Dividí el cuadro en tres secciones. La parte de arriba son las frutas rojas, ya maduras, que eran amarillas. Estaba pensando mucho en el ambiente que vivimos, degradado, de descalificaciones, de violencia verbal, y es lo que está en la parte superior de la composición; es un mundo de propuestas e ideologías que se expresan de manera muy torpe. En la parte de abajo están las piedras, son otra arquitectura de la que salen raíces, pero raíces ¿de qué? Es como si el tronco de la composición se hubiera hecho transparente entre el monólogo delirante de la murmuración, del ruido y el discurso petrificado de abajo. Está el Iztaccíhuatl y no el Popocatépetl porque falta que nos impregnemos de lo femenino para evitar encuentros violentos. Es un invernadero, a pesar del hielo se siente el calor, es un oxígeno difícil de respirar; aunque respiramos de él, vivimos con él. Es el Invierno de los faraones. Lo llamé así porque todas las civilizaciones entran en un periodo de gran auge, pero frente al gran auge están los síntomas de la degradación y de la ruina futura de todo ese orgullo que nos presenta el mundo moderno.

Periódico intervenido / Óleo sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2015

jueves, 3 de septiembre de 2015

La Poesía vista por el Arte en diálogo con acervo del Museo Nacional del Virreinato y el Museo de El Carmen

La actual exhibición de La Poesía vista por el Arte se encuentra exhibiendo, a manera de diálogo, doce pinturas provenientes del acervo del Museo Nacional del Virreinato y dos pinturas del acervo del propio Museo de El Carmen; recinto que alberga la exhibición del 5 de septiembre hasta el 5 de diciembre de 2015.

Cristo en el Jardín de las delicias / José de Ibarra / 1728 / Óleo sobre tela / Acervo del Museo Nacional del Virreinato

Beato Ignacio de Acevedo / Anónimo / Siglo XX (sin confirmar) / Óleo sobre tela / Acervo Museo Nacional del Virreinato
Judith con la cabeza de Holofernes / Anónimo / Siglo XVII / Óleo sobre tela / Acervo del Museo Nacional del Virreinato
Los siete Arcángeles con la Santísima Trinidad y Santos / Anónimo / Siglo XVIII / Óleo sobre tela / Acervo del Museo Nacional del Virreinato
San Estanislao de Kostka / Gonzalo Carrasco (sin firma) / Siglo XX / Óleo sobre cartón / Acervo del Museo Nacional del Virreinato
Santa Teresa de Ávila / Anónimo / Siglo XVIII / Óleo sobre tela / Acervo del Museo Nacional del Virreinato
Segunda Aparición de Nuestra Señora de la Luz / Anónimo / siglo XVIII / Óleo sobre tela / Acervo del Museo Nacional del Virreinato
Sueño de San José / José Rodríguez de los Santos / Siglo XVII / Óleo sobre tela / Acervo del Museo Nacional del Virreinato
Trinidad Trifacial / Anónimo / Siglo XVIII / Óleo sobre tela / Acervo del Museo Nacional del Virreinato
Ecce Homo / Anónimo / Siglo XVIII / Óleo sobre tela / Acervo del Museo Nacional del Virreinato
El Santo Entierro / Anónimo / Siglo XVIII / Óleo sobre tela / Acervo Museo Nacional del Virreinato
Devocionario (Cristo victorioso.  La incredulidad de Santo Tomás. La Verónica. San Juan apóstol) / Anónimo. Siglo XVIII / Óleo sobre tela / Acervo del Museo de el Carmen
Arcángel Miguel / Anónimo / Siglo XVIII / Óleo sobre tela / Acervo Museo de el Carmen
Expulsión del Paraíso / Juan Correa / Siglo XVII / Óleo sobre tela / Acervo del Museo Nacional del Virreinato

La Poesía vista por el Arte en el Museo de El Carmen


La Poesía vista por el Arte se exhibe en El Museo de El Carmen desde el 5 de septiembre hasta el 27 de diciembre del 2015. La exposición se encuentra en diálogo con el acervo del Museo del Virreinato y acervo del Museo de El Carmen.

Con esta exhibición se plantea un recorrido por el desarrollo del lenguaje simbólico en la historia del arte a través de la visión de estas 34 pinturas contemporáneas y las obras del Museo del Virreinato.

La entrada es de martes a domingo de 10 a 17 horas.
La entrada es gratuita a personas de la tercera edad, estudiantes y maestros con credencial vigente.

El Museo de El Carmen se encuentra en:
Avenida Revolución s/n San Ángel, Delegación Álvaro Obregón, 01000, México DF.