sábado, 22 de agosto de 2015

Ana López Montes

Agua / Acrílico y pigmentos sobre tela / 170 x 120 cm / 2015

AGUA

Sanación, paz, silencio, abstracción. El elemento Agua es parte de la existencia de Ana López-Montes, es una estancia dentro de su propio ser. Busca las tonalidades del Agua, las que refleja y transforma, que imaginamos, líquido incoloro que se impregna del contenedor. Capa sobre capa, azul sobre azul, el lienzo tiene un movimiento sutil que recuerda Agua lejana. Ana Lopez-Montes pinta una obra abstracta en la que los colores plantean un horizonte inundado, poseído por el Agua, pinta un espacio en el que podemos sumergirnos y meditar, integrarnos al elemento, el cuerpo del Agua está en nuestro cuerpo, somos el líquido, cada molécula nos toca.




ANA LÓPEZ MONTES

El color tiene para ella un significado emocional, onírico, es un lenguaje espiritual. Sueña los colores, dice que “sabe ver el color”, pinta obras abstractas en las que la composición cromática invoque la paz. También trabaja en obra gráfica y monotipos, investigando en otras posibilidades del color.











Desaprender la Escuela de Nueva York

Me enseñaron todo lo que es el arte conceptual; era como hacer que los estudiantes entraran en esa ideología dentro del mercado del arte. Me enseñaron a pensar de diferente forma y no tanto a sentir la materia, a sentir el olor del óleo, hacer la obra y estructurar una composición. Me volvió totalmente de cabeza. Era buscar conceptos y buscar la mejor forma de expresar esos conceptos, escoger el material para transmitir esos conceptos. Finalmente no era nada relacionado con el dibujo ni con la pintura. Hice piezas de sonido, piezas muy cercanas a lo que era la música, muy abstractas. Llegué a México y dije “no es lo mío”, necesitaba moverme a través de la intuición más que con el razonamiento. En el arte conceptual planeas mucho qué es lo que vas a hacer, te despegas, y para mí todo es un evento de meditación conmigo misma, un diálogo que te adentra y no te aleja de lo que quieres decir.

Dentro de sí misma

Lo que buscaba con mi pintura era paz, era aquietar mi mundo, pensar y pensar. Lo que quería hacer llegar al espectador era esa búsqueda y transmitir esa paz. Fue una necesidad después de tener tanto estudio, análisis, tener una forma de ver la obra, más que ver al artista ver el concepto, en qué rama lo metes, que si conozco a tal, las influencias, las críticas de arte. Traté de despegarme de todo eso y buscar realmente qué era lo que necesitaba expresar y esa era la paz. Me enfoqué en buscar una espiritualidad que me calmara, que me llegara al corazón y que sintiera que estaba diciendo algo no solo a quien lo viera sino crear un diálogo en mí, que me sintiera satisfecha de que estaba haciendo algo que valiera la pena.

Más sensibilidad, menos teoría

Eso era lo que me atraía de la época moderna, de Paul Cézanne, de todos los pintores europeos que no se perdían de lo que era real. Estaba un plato de frutas, estaba el paisaje pero podías ver al artista, podías sentir una emoción; podías ver que al escoger la luz sentía tristeza, que sentía alegría o la intensidad con la que quería aprender sobre la naturaleza. El arte necesita sensibilizarse, que el espectador se sensibilice, que pare y sienta; que no nada más esté buscando si este artista conoció a tal y por eso hace este tipo de obra y está dentro de este siglo y lo que pasó en la historia. El arte te involucra en algo emocional que alguien necesita expresar, es como ser vulnerable. Como artista soy vulnerable para que otro escuche.

El elemento Agua es sanación en El mural del Milenio

El elemento significa mucho para mí porque mi trabajo se basa en esos colores, en los azules y sus matices. En el paisaje hay Agua, y hago un esfuerzo para que no sea siempre Agua, pero está muy dentro de mí. Desde muy pequeña tuve ciertas experiencias con el Agua que me marcaron, era algo curativo. Me llené de ronchas y no podía dejar de rascarme, tenía como ocho años; y era solamente mezclar en el Agua una medicina muy olorosa, como a flores, y tres veces al día meter la telita en el Agua y ponérmela en el cuerpo hasta que sanara. Creo que eso me causó mucho impacto. El mar me recuerda eso, un instante, un olor, es muy reconfortante y me lleva a esa paz que necesito. Este proyecto finalmente no era relacionar el Agua con esos colores claros y de transparencia sino ir realmente a lo oscuro, al final del horizonte, donde realmente se ve que algo está pasando pero no lo puedes distinguir y ahí es donde con el sol hay cambios de luz. Lo que quise dar al espectador es ese espacio en el horizonte y traer un poco de materialidad para que no se vaya al fondo, hacia el horizonte, sino que siempre regrese a que es un cuadro. Puedes entrar como en un paisaje, pero esa no era la intención; la intención era poner más frontal lo que es el Agua y alejarse de lo que es un paisaje y volver a regresar a lo que es una obra.

Periódico intervenido / Acrílico sobre papel (Diario Extra) / 41 x 28 cm / 2015

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